El verano es una época muy delicada para los pies, ya que tienen una mayor propensión a padecer determinadas molestias o enfermedades como hongos, pies de atleta, sudoración excesiva, hinchazón y una eterna sensación de cansancio. Nunca debemos olvidar que la salud de los pies es el componente principal de la salud en general.
No debemos descuidar ni su salud ni su aspecto físico. Uñas cortadas en recto, durezas exfoliadas e hidratación (mejor de noche para evitar el exceso de sudoración).
El calzado debe ser el adecuado para cada ocasión, transpirable y flexible. Cambiar de zapato con frecuencia y revisar el estado de los mismos. Estar en «crisis» no es sinónimo de llevar los zapatos sin tapas o con las suelas desgastadas condicionando la pisada. La higiene postural es un claro factor determinante en las dolencias y lesiones de espalda, los pies son la base de nuestro esqueleto.
En verano no debemos descuidarlos, están tres veces más expuestos que en invierno a infecciones, quemaduras, cortes y heridas, golpes… Tendemos a ir descalzo y eso tampoco es bueno. Las chanclas son nuestras mejores aliadas para evitar quemarnos la planta de los pies con la arena de la playa o las plataformas de alrededor de las piscinas, evitar infecciones y hongos en las duchas, y herirnos con chapas o colillas mal apagadas en el césped o playa.
Durante el periodo laboral veraniego los zapatos deben permitir la movilidad y transpiración del pie así como una adecuada sujeción. No son recomendables, en ninguna época del año, los tacones de más de 5cm. Actualmente muchas son las firmas que apuestan por diseño y confort: Callaghan, 24horas, Wonders…
Algo que empieza a adoptarse en España es la sana costumbre de las norteamericanas que van y vienen de la oficina a casa con deportivas y en el trabajo llevan tacones.
Este video muestra cómo puede darse un automasaje y a qué partes del cuerpo afecta cada punto del pie.
Por Paula Alonso