Los mocasines actuales son una evolución de los zapatos que calzaban los indios americanos, de suela dura y piel sin curtir. Se caracteriza por carecer de hebillas o cordones.
El origen de los náuticos está en la necesidad de los marineros por tener unos zapatos que no mancharan la superficie de los veleros y se adhiriese a la misma. Así creó Paul Sperry en 1935 los top-sider con la parte superior en piel marrón y la suela de goma antideslizante blanca, muy útil en la cubierta. El patrón de ranuras o grietas en las almohadillas de las patas de su perro le animó a diseñar una suela de ranuras en espiga.
Los zapatos antideslizantes para conducir que llevaban los aficionados a las carreras en Europa inspiraron a Diego Della Valle para crear los Tod´s en 1979. La suela y el talón de estos mocasines unisex llevan tacos de goma pensados especialmente para agarrarse a los pedales del coche. El piel muy flexible para mayor comodidad y movilidad.
Los penny loafers son los actuales castellanos, los mocasines con penique, su nombre proviene de la moda norteamericana de los cincuenta de colocar un penique en la pala. También hechos en piel y suela de cuero.
Entre los modelos clásicos de castellanos destacan los siguientes:
– beefroll: se caracteriza por dos ornamentos en forma de rollito de carne que llevan cosidos a ambos lados del empeine de donde procede su nombre (beef roll, rollito de carne).
– tassel: se distinguen por llevar un adorno en forma de lazo con dos borlas sobre el empeine. Se trata de un calzado más cerrado que el tradicional y, por lo tanto, más elegante y apropiado para ocasiones de vestir. El nombre proviene de la propia borla denominada en inglés tassel.
Las variantes del loafer, castellanos, son infinitas. Los materiales van desde el ante a la piel de serpiente pasando por el charol, adornos como borlas o hebillas embellecen la pala, los colores son los más variopintos, de fluor a tierra, y la altura del tacón tampoco se escapa a la innovación.
Por Paula Alonso