Mis pies llevan unos días emitiendo señales de socorro en forma de hormigueo. La historia nos ha enseñado cuanta y estrecha es la amistad entre libertad y primavera. Desde la de Praga al Mayo Francés, ambos respiros en 1968, el buen tiempo nos alarga los días y las ganas. ¿De qué? De todo en general, y de cambiar de aspecto muy en particular.
Abordar el trasvase de armarios por exigencias del cambio de estación, puede ser una lata, o no. Pasar de las sandalias al férreo botín se asocia con la vuelta al cole. A la inversa es mucho más estimulante. (Veremos cómo me justifico cuando toque ponderar las botas).
Contamos las tiras de las sandalias que son tendencia este año, como se cuentan los minutos que nos separan de un baño de sol. Trepamos por las cuñas tocando el cielo. Afilamos los tacones favorecidos por unas piernas libres de envoltorios.
Lucimos bailarinas de colores, nos acicalamos las uñas de los pies, y dejamos que los dedos se asomen al mundo buscando brisa y risa. Asociamos rasos, pompones y lazos, con aromáticos mojitos, vistas crepusculares, y bancos de arena.
SOL ALONSO